Mar Roca es una científica valenciana que trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Cádiz con un objetivo apasionado y apasionante: cartografiar las plantas que viven en el fondo del mar para descubrir qué zonas debemos preservar, para cuidar ese “pulmón marino estructural”, que en el mar Mediterráneo es la Posidonia oceanica.
Esta mujer y científica que estudia los fondos marinos con fascinación fue también una niña que sobrevivió a un tumor neuroendocrino pulmonar (TNE), considerado como enfermedad rara poco frecuente, y que hoy, con una discapacidad orgánica de tipo respiratorio, se dedica a la investigación del mar y en él encuentra su ritmo, su frecuencia y su respirar.
Mar nos explicaba que “de pequeña, antes de sufrir su enfermedad, pasaba horas bajo las aguas de la Costa Brava fascinada por su flora, fauna y dinamismo, buscando orejas de mar, erizos y algas, alegre y siempre expectante de encontrar un nuevo ejemplar más único que el anterior”. También nos cuenta que, “durante su enfermedad, cuando estaba en la universidad, estudiar los océanos no solo le daba amplitud, sino también la oportunidad de seguir explorando sus fondos sin estar allí abajo, a lo que se aferraba fuertemente en los largos meses de hospital”. Mar nos cuenta que, “ya no sabía si podría volver a bajar, y esa inquietud fue horrible durante años”.
Lejos de pensar en abandonar, el siguiente paso fue buscar una nueva manera de conseguirlo: “me fascinan las cartas náuticas, los mapas y la cartografía. Ya que no puedo sumergirme, voy a estudiar el mar desde arriba”. Con esta filosofía, decidió emprender su camino en el mundo de los datos geográficos y la cartografía marina, pasando por Madrid y Estados Unidos, y finalmente dirigiendo su carrera a la gestión litoral desde Cádiz, donde actualmente desarrolla su tesis doctoral en el ICMAN-CSIC cartografiando los fondos marinos utilizando satélites y drones. “La ciencia me salvó y a la ciencia me dedico”, recalca.
Con el paso de los años, con un pulmón, respirando la vida y ya adaptada en superficie, decidió emprender lo que algún día el mundo le dijo que no podría volver a retomar: zambullirse bajo el agua, parar y respirar allí mismo. Desde hace un año y tras una larga guerra, Mar es buzo recreativa, y aunque es una técnica que no utiliza en su trabajo, supone la superación de una barrera emocional y psicológica excepcional, donde el reto físico y el deseo por respirar conectada al mar se fusionan. Mar, identificada y atraída por el medio acuático, nos cuenta que “ante las adversidades que supone vivir en un medio tan hostil como es el mar, ver cómo cada una de las especies se había adaptado de un modo totalmente distinto usando sus recursos y aprovechando sus oportunidades la fascinaba y se sentía identificada”. También recalca que “la gente sabe muy poco sobre la discapacidad. Cada caso es un mundo y no solo se reconoce el daño físico, sino también la superación sobrevenida”.